viernes, 8 de abril de 2011

PROFESION DOCENTE E IDENTIDAD

“Cuando a un profesor se le pregunta ¿qué es un docente? Remedi sostiene que la respuesta ofrecida por el interrogado es “un relato histórico” en el que explica su quehacer docente”… y es que la mayoría de los profesores adoptan y adaptan esta profesión sin conocerla realmente.  A partir de entrar al aula y estar enfrente de los alumnos comienza su  responsabilidad como maestro cuando hasta hacía poco era solo un alumno, o se dedicaba a otra profesión.


Muchos de los que hoy son docentes, al terminar su carrera de origen, no encontraron trabajo en su campo profesional. En estas circunstancias se les presenta la oportunidad de dar clases. Muchas personas asocian el término de la carrera con el inicio de un trabajo más “formal”, iniciar a trabajar para ganar dinero. En muchas ocasiones el ingreso al campo profesional al terminar la carrera no es fácil; ante la presión de buscar y encontrar trabajo, la docencia se presenta como una actividad intermedia, “por mientras encuentro trabajo”.

El maestro principiante  muchas veces  influido por un “tipo ideal de trabajo nada difícil”, compartido socialmente, acerca de la docencia y de la educación, reconoce a la actividad, en un primer momento como, “algo fácil de realizar”. Luego esos contenidos simbólicos son contrastados en el salón de clases, resultando con ello que no es tan fácil como se pensaba en un principio, y que se requiere aprender y desarrollar diversas habilidades. Cuando el maestro descubre que no es un trabajo tan fácil, que es una actividad compleja, y se enfrenta a sus primeros fracasos y frustracionesse siente desencantado; por una parte, alejado de la profesión para la que fue formado y por otra, avanzando en la construcción de un imaginario complementario en la práctica educativa. La práctica le va corroborando el hecho de que sobrevivir en la actividad de enseñar está ligado principalmente a la resolución de problemas.

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El docente se inicia con poca información acerca de las alternativas y las soluciones concretas a problemas que se repiten en el salón de clases. El asumir la responsabilidad de la docencia no es paulatino, desde el primer día de trabajo se le pide que desempeñe las mismas labores que a un veterano con veinticinco años de experiencia.

Cuando va pasando el tiempo y el docente se encuentra más inmerso en la enseñanza y más alejado por ende de su profesión inicial, se suceden una serie de justificaciones para explicar el porqué se mantiene en esta actividad y lo liga, muchas veces, con la llamada “vocación”, resalta el aporte a la formación de la juventud. Eduardo Remedi, en Entrevistas e identidad, analiza cómo el maestro se encuentra incluido en una profesión no elegida, ambigua en sus fines y tareas. Para definir o describir su actividad como docente, se ve en la necesidad de recurrir a una construcción subjetiva, cuyo componente central es el “deber ser” de la educación y la aspiración
de resolver dificultades en el aprendizaje. La docencia oscila entre dos polos: el ideal inalcanzable y la realidad concreta que exige resoluciones día a día, es decir, ubicada entre el pragmatismo y la idealización.

El reconocimiento por parte del maestro de que su actividad está ubicada en un lugar distinto al que él aspiraba, marca sin duda su identidad como docente.

“En una especie de profecía autocumplida, el maestro “sabe” que dedicarse a la enseñanza no le permitirá realizar una actividad científica reconocida, delimitada y valorada socialmente. El sentimiento de haber pretendido ser algo que no se es, marca en algún sentido su hacer en la negación, la incertidumbre y la
frustración”.

Es importante remitirnos al origen que pone los cimientos de esta práctica. En estos términos, en la reconstrucción de la identidad del grupo de profesores, se han conjugado varios elementos: el que se reivindiquen en la actualidad como buenos docentes, respondiendo al mismo tiempo a la pregunta ¿quién soy?, así como la recuperación histórica, desde el proceso que ha ido estructurando la profesión, desde las ambigüedades y presiones externas e internas, sobre las cuales ha construido su actividad. Por ello, la identidad tiene que ver con la imagen ideal, y por lo tanto con elecciones, con el proceso de socialización y con la producción de sentido.

Conclusión.
 La mayoría de los maestros que llegamos a la docencia en situaciones fortuitas cuando nos  enfrentamos a la práctica concreta, ésta se  convierte en una actividad con sentido, y con el tiempo las experiencias cotidianas nos hacen sentir satisfechos de nuestro trabajo creando con ello nuestra identidad. La minoría podrían haberse convertido en profesionistas sin identidad debido a la falta de empatía por el verdadero docente, o porque económicamente el trabajo del maestro no es tan bien remunerado como el de un profesionista llamado médico, abogado, etc. Finalmente, no debemos olvidar que como maestros nos debemos a los alumnos y a la sociedad quien pese a todo, espera del maestro por lo menos responsabilidad, valores y compromiso.


Eduardo Remedi. “Identidad y formación”, en “Maestros, entrevistas e idientidad”.  México.



3 comentarios:

  1. Ciertamente muchos de nosotros tenemos algún tipo de formación previa que nos ayudo a ingresar al campo de la docencia, pero no por eso es una etapa "intermedia" o "por mientras encuentro trabajo" yo lo veo más como REIVINDICAR NUESTRAS VIDAS porque aunque en algún momento decidimos estudiar algo más, nos dimos cuenta que nuestro corazón estaba para otro lado, es por eso que el compromiso y la dedicación son todavía mayor porque SER MAESTRAS es el fruto de una gran reflexión de vida.

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  2. Muy bueno su análisis, felicidades vamos mejorando!
    saludos.

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  3. MUY BUEN TEXTO AMIGA...LO COPARTI CON MIS CONTACTOS EN EL FACEBOOK

    TENIA MUCHO SIN LEER A REMEDI..GRACIA SPOR RECORDARMELO QUE TODAVIA EXISTE....

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